Saturday, September 09, 2006

Poemas de Emily Dickinson*















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LA SORTIJA

En mi dedo tenía una sortija.
La brisa entre los árboles erraba.
El día estaba azul, cálido y bello.
Y me dormí sobre la yerba fina.
Al despertar miré sobresaltada
mi mano pura entre la tarde clara.
La sortija entre mi dedo ya no estaba.
Cuanto poseo ahora en este mundo
es un recuerdo de color dorado.

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Vida

IX


EL CORAZÓN pide placer primero,
y entonces, excusa del dolor;
y entonces, esos pequeños anodynes
eso amortigua el sufrimiento;
y entonces, ir a dormir;
y entonces, si es la voluntad de su Inquisitor,
la libertad a morir.


Emily Dickinson (1830...-...86) . Nacida en Amherst, massachusetts EE.UU y es casi imposible que siga muriendo desde 1886 de la nefritis crònica cuando aproximadamente tenía 50 años. Yo no había vuelto a leerla desde una vieja antología de poesía de donde sólo recuerdo que la mejor definición para la poesía era esa que cuando uno siente que algo le destapa la tapa de los sesos, entonces està seguro de estar ante la poesía:

“Si cuando leo un libro siento en mi cuerpo tal frío que no hay fuego capaz de calentarlo, sé que esto es poesía.
Si siento físicamente que me golpea la cabeza, sé que esto es poesía. Creo que ésta es la única forma de saberlo. ¿Habrá otra?”

Supongo que hay otras formas Emily, aunque cuando te hable de esta forma parezca el enfermero suedopsicopata de "hable con ella" de Almodovar (a proposito, ¿sabes que estudio enfermería?) ese mismo enfermero hablandole a una chica en estado de coma.

Yo sólo sé que me hablas cuando tengo frio, y podría decirte que hace mucho que esperas a que despierte, y muy pronto publicaré ese poema que te hize sin saber mucho de tu persona, mientras tanto déjame de tarea descubrir hasta que punto te realacionas con el "Marqués de Sade"...
un saludo


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