Saturday, September 16, 2006

Buscando la esencia

A martín heidegger

Sin el ser no eres
ni lo que decías:
gran verdad, gran mentira.

Una mentira es porque no es la verdad
aunque la verdad,
es decir la palabra verdad es la mentira de la esencia;
acaso hay algo verdadero sin ser
sin que lo digas o no lo digas.
Yo me amparo en la confundida filosofía
no en Shakespeare y en su ser o no ser
(ese es su problema mejor dicho, el de Hamlet)
me amparo en el ser-penteante mundo de la palabra
como cola de víbora, como veneno de víbora
viajando por el torrente sanguíneo
sintiendo lo mismo que cuando eres tragado por la serpiente gigante
pasando por su tubo…
pero el ser puede ser esa palabra que viene desde lejos
que abre a la serpiente antes de digerirme
y me expone al mundo con los jugos gástricos
del ser rastrero
como el hombre
como come la palabra
como comemos el cer-do
el ser comiéndose al cer-do;
pero alguien escribe que abran al cuerpo
y saquen el cer- do
exponiéndolo a la intemperie para los otros cer-dos



¿acaso aquello es la poesía?
Ser, cer-do, ser-pìente
un cascabelear de cola…

Un pensar en un pato
en querer degollarlo para la cena
pero conmoverse ante sus cuak cuak, desesperados
un pato ante aquel cuchillo romo
o cuando empiezas a ser el idiota
diciendo que la esencia del pato
son esos cuak cuak ante el cuchillo.


Tú mismo estás con el cuello ante el cuchillo,
romo
porque ese cuchillo es el ser que asesina a los filósofos
pero que Heidegger puso romo con su cuello
que casi era un cuello de verdad;
entonces yo quiero ser el primero que sienta
lo que sintió el primero
el cuchillo filudo que me arranque la cabeza
de un solo corte;
no como ahora
mientras soy el cuak cuak de un pato,
desesperado
mientras el cuchillo de la verdad finge los cortes.


Yo quiero ser la sangre de ese pato
cuando su cabeza cuelga de su cuello
y chorrea la sangre
cuando los cuak cuak sean burbujas en un charco
de sangre
antes de reventar y hacer plop plop
o coagularse y hacer el silencio.


Mi verdad aunque ustedes digan que es mi mentira
es un cuak cuak como burbuja en la sangre
y el cuello de heidegger
como cuello de pato sin plumas
y en el cuello, esa laringe que vibra:
cuak cuak
desesperado…

la no significación;
talvez la verdadera esencia
para los que buscan significados,
nunca ofreciendo el cuello sino obligado por la esencia
que es un cuello de pato, sin plumas, cortándose
eternamente desesperado;
cuak cuak...
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Charla entre Borges y Sábato

- Borges: No se que escritor dijo: "Las ideas nacen dulces y envejecen feroces"

- Sábato: ¡Hermosa frase! Además son siempre los pensadores los que mueven la
historia.

- Borges: Pienso que toda la historia de la humanidad puede haber comenzado en
forma intrascendente, en charla de cafe, en cosas así, no?

- Sábato: Perdone que me quede tocado por esa frase que usted cito. Recordemos
las cosas feroces que se hicieron en nombre del Evangelio. Y las atrocidades
que hizo Stalin en nombre del Manifiesto Comunista.

- Borges: ¡Que extraño!... nada de eso a ocurrido con el Budismo.

- Sábato: (Con tono esceptico) Pero digame, Borges, ¿A usted le interesa el Budismo
en serio?. Quiero decir como religion. ¿Ó sólo le importa como género literario?

- Borges: Me parece ligeramente menos imposible que el cristianismo (ríen). Bueno,
quiza crea en el Karma. Ahora, que haya cielo e infierno, eso no.

Por un instante las risas se confunden con las palabras. Los dos se divierten

¿Y qué opina de Dios, Borges?

- Borges: (Solemnemente irónico) ¡Es la máxima creacion de la literatura
fantastica!. Lo que imaginaron Wells, Kafka o Poe no es nada comparado
con lo que imagino la teologia. La idea de un ser perfecto, omnipotente,
todopoderoso es realmente fantástica.

- Sábato: Si, pero podria ser un Dios imperfecto. Un Dios que no puede manejar
bien el asunto, que no haya podido impedir los terremotos. O un Dios que se
duerme y tiene pesadillas o accesos de locura: serían las pestes, las
catastrofes....

- Borges: O nosotros (Se ríen). No se si fue Bernard Shaw que dijo: "Dios esta
haciendose"

- Sábato: Es un poco la idea de Strindberg, la idea de un Dios histórico. De
todas maneras las cosas malas no prueban la inexistencia de Dios, ni
siquiera la de un Dios perfecto. Usted acaba de insinuar que cree mas bien
en los budistas. Si un niño muere, de modo aparentemente injusto, puede ser
que este pagando la culpa de una vida anterior. También puede ser que no
entendamos los designios divinos, (que pertenecen a un mundo transfinito).

- Borges: Eso coincide con los ultimos capitulos del libro de Job.

- Sábato: Pero digame, Borges, si no cree en Dios ¿Por que escribe tantas
historias teologicas?

- Borges: Es que creo en la teologia como literatura fantastica. Es la perfección
del genero.

- Sábato: Entonces, suponiendo que fuera el Gran Bibliotecario Universal, ese
bibliotecario que toda la vida soño ser. Borges pondria en el primer lugar la
Biblia, no?

- Borges: Y sobre todo un libro como Summa Teológica. Es una obra fantastica muy
superior a la de Wells.
(...)

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De:
http://usuarios.lycos.es/elpoeta/borges/index.htm

El chicle


(Oda al cerebro o guía de autoayuda)


No dedicado a Paulo Cohelo



Mientras haya vida
todo es un eterno retorno a uno mismo
mientras cada día te forjas una llave
o esperas que alguien te la forje.
Todo es la Fe,
la llave misma es la fe
como una llave inquebrantable
que nunca existe;
pero que existe
mientras todo es un mover de mandíbulas
un chicle
un reloj detenido.


*

Y estás en tu cabeza
forjándote una llave
limando, limando
¿Pero eres tú el hacedor de las llaves
o piensas que alguien te las hace?
¿No piensas que la llave es una muerte
no piensas que la muerte es una llave
que la verdadera muerte es no pensar?
que eres como una imagen en movimiento
en la retina, apunto de desprenderse
¿no piensas que tu chicle es como un cerebro
y ese masticar es un pensar?
no sólo en la llave
un eterno masticar;
un chicle
un reloj detenido


*


Tú eres una llave
que en la muerte
encaja perfecta en la cerradura
pero con tu muerte
alguien abre su puerta
para conocerte
¿No has pensado que ese alguien quiere
verse a si mismo en el espejo?
pero tú piensas que es tu rostro
¿No has pensado que ese alguien
es un gran “mascachicles”
y tiene los dientes bien cariados?

No has pensado que cuando dejas de creer
primero en ti,
él se levanta por las noches
con una punzada en el diente agujerado
y que para que vuelvas a creer
mastica más chicles
es más, cuando mueres de un dolor profundo
como el de los dientes;
él hace globos con el chicle
y saca una llave
y los revienta;
hasta que escuches.



*


Entonces si has muerto
sin creer en ti o en él
la llave está pegada con chicle
en la cerradura
y tú te acercas
y te quedas pegado
y como ya no masticas el chicle,
no piensas
sólo te mueves como queriendo
abrir la puerta;
pero es tan raro todo esto
que ese alguien empieza a creer en ti
y de tanto movimiento con el reloj detenido,
algo empieza a vivir en ese chicle…

entonces todo tu mundo y tu universo
nacen.



*


¿Y los confites?
¿Qué son los confites?
falsa doctrina
que se va siempre con el mismo sabor,
efímero
que agujera los dientes con monotonía.

Un chicle
pierde el sabor pero se endulza
con solo creer que vuelve a endulzarse;
aún a pesar de los dientes cariados
pero pocos creen
¿Por qué no lo haces?
¿Dirás que estoy loco
o que sólo era cuestión de creer?
pensar, pensar
masticar , masticar
hasta desaparecer las mandíbulas
y todo el cráneo y todo el cuerpo
para quedarnos con el chicle
duro o pegajoso
con sabor o sin sabor
haciendo globos o reventando globos
pegado en la llave en la cerradura;
moviéndote
eternamente
para hacer la vida.


*



Einstein en estos días
con su chicle en algún frasco
fue tan creyente de sí mismo
y en lo que hacia
que su fórmula parece fácil
E = mc2
esperanza es igual a masa de chicle
por la velocidad de las masticadas al cuadrado
¿y la luz? ¿y la energía?
Yo sólo creó en mis palabras,
equivocadas o no, es mi creencia inquebrantable
acaso no hay luz en la esperanza
acaso no hay energía al masticar un chicle.



*



Y cuando ese chicle se queda en el aire
cuando desaparecen las mandíbulas
y todo el cráneo y todo el cuerpo
el chicle
cae
cae;
acaso no es la gravedad
acaso Newton no era un chicle que caía
eternamente en sí mismo
con su pensamiento, con su creencia
un chicle atrae a otro chicle = gravedad
un chicle desplaza a otro chicle = acción – reacción
¿y la tercera ley?
esa no la recuerdo.


*



Así, un chicle
dos chicles, tres chicles = progresión aritmética
hasta el signo ∞
podemos sumar , restar, multiplicar,
dividir, potenciar, sacar la raíz, etc.
Hablar también, sobre todo pensar
y creer que nuestro chicle
vale lo mismo que el de Einstein
que cae lo mismo que cae Newton
pero que de tanto masticarse se forja una llave
tú sólo no pienses que te rompen la llave
que no hay chicle, que no hay nada…
sé como Sartre;
que aún pensando en la nada creía en ella
que el mismo Keikeggard masticaba su chicle
ansiosamente
creyendo en su desesperación.



*



Tú sólo piensa,
que no hay energía sin esos chicles masticándose
que no hay gravedad sin los chicles que se caen
que hablo mucho de chicles
y supongo estás hartándote;
pero es así la eternidad
una sola palabra:
eterna
¿Quieres que la repita?
Chicle, chicle, chicle, chicle, chicle, ... hasta el signo ∞
donde a casi un metro menos un metro del fin
vislumbramos la llave encajando en la cerradura;
una mano
la mano de alguien con los dientes cariados.

La muerte es cuando ese alguien encuentra
tu chicle bajo una mesa;
y lo vuelve a masticar
como cuando naciste
cansado
sin mandíbulas, sin cráneo, sin cuerpo.

Yo mismo a veces me canso de este chicle
pero
quiero pensar, voy a pensar
quiero creer, voy a creer
porque el chicle es el quien escribe
buscando la llave.
___________________________________

Poemas de ludovica*

Menstruación


Mi ojo
el que mira hacia la tierra
ha despertado.
Mi vientre se estremece con su pestañear
y mis pezones están atentos.
Puedo escuchar con claridad,
no me salen las palabras,
me muevo diferente.
Presiento. Soy un péndulo.
Disfruto este sangrar que me destruye y me construye.
Soy el llanto y la furia de mi ojo
Soy sus respuestas.
Soy mujer.


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Soy una espía


Soy una espía.
Si.
Te lo confieso justo ahora que me guiñas el ojo desde mis columpios.
La peluca morocha la uso para despistar, y los tacones altos....está demas darte esa explicación. Mis caderas denotan la tierra del sol y el buen vino... y el Malbec Sauvignon... por supuesto.
Besame la cintura hasta las costillas: lee cualquier página de "Poesia Vertical".
Toco la armónica.
Si.
Te lo confieso ahora que estoy disfrutando a Muddy Waters.
Las notas bending se agazapan como el beso en la cintura hasta las costillas: lee un fragmento de "La ultima curda".
Cerrame el ventanal.
Trasciende mi costillas.
Cede a la escritura caprichosa
y mis senos cederan a tus dientes en sincronia: lee "nostalgia de la muerte" y el oleaje que levita en las noches me acercará tu voz.

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Te cuento que...


Hoy pude haber muerto,
alguien me apuntó con un arma,
me baje de la bicicleta,
se la entregué.
Me di media vuelta y caminé en sentido contrario.
Llegué a la que no es mi casa y
me insultaron por elegir esa dirección como camino.
Recordé la ira de mi padre.
Recordé que no es mi casa.
Sentí pena por el dueño de la bicicleta.
Recordé que mi cuerpo se detuvo antes de doblar por esa calle.
Recordé ese miedo que pocas veces experimenté.
Recordé que el vaiven que llamamos tiempo, es solo un desnate del existir.
Hoy pude haber muerto.




_______________________Ludovica: nada sé de esta chica desde que desapareció y nunca más volvió a publicar en nuestro tan querido foro "literatosis"; estos poemas pertencen a la época en que nos respondiamos con versos improvisados, preguntándonos el por qué de tanta afición el uno por el otro en cuanto a nuestros textos.

Ludo si por ahi te encuentras no dejes de mandar señales de vida para poder encontrarte...

Los nueve mil nillones de nombres de Dios

por Arthur C. Clarke*


El doctor Wagner se contuvo haciendo un esfuerzo.
La cosa tenía mérito. Después dijo: -Su pedido es un poco desconcertante. Que yo sepa, es la primera vez que un monasterio tibetano encarga una máquina de calcular electrónica.
No quisiera parecer curioso, pero estaba lejos de pensar que un establecimiento de esta naturaleza tuviese necesidad de aquella máquina. ¿Puedo preguntarle qué piensa hacer con ella? El lama se ajustó los faldones de su túnica de seda y dejó sobre la mesa la regla de cálculo con la que acababa de hacer la conversión de libras en dólares.
-Con mucho gusto. Su calculadora electrónica tipo cinco puede hacer, si su catálogo no miente, todas las operaciones matemáticas hasta diez decimales. Sin embargo, me interesan letras y no números. Tendría que pedirles que modificasen el circuito de salida, de modo que imprimiese letras en vez de columnas de cifras. -No acabo de comprender... -Desde la fundación de nuestro monasterio, hace más de tres siglos, nos hemos venido consagrando a cierta labor.
Es un trabajo que acaso le parezca extraño, y por ello le pido que me escuche con espíritu abierto.
-De acuerdo.
-Es sencillo. Estamos redactando la lista de todos los nombres posibles de Dios.
-¿Cómo?
El lama prosiguió, imperturbable: -Tenemos excelentes razones para creer que todos estos nombres requieren, como máximo, nueve letras de nuestro alfabeto. -¿Y han estado haciendo esto durante tres siglos? -Sí.
Y hemos calculado que necesitaríamos quince mil años para completar nuestra tarea.
El doctor lanzó un silbido ahogado, como si el estuviera un poco aturdido. -0. K. Ahora comprendo por qué quiere usted alquilar una de nuestras máquinas.
Pero, ¿cuál es el objeto de la operación? El lama vaciló una fracción de segundo, y Wagner temió haber molestado a aquel singular cliente que acababa de hacer el viaje de Lhassa a Nueva York con una regla de calcular y el catálogo de la «Compañía de Calculadoras Electrónicas en el bolsillo de su túnica de color azafrán.
-Puede llamarlo ritual si así lo quiere -respondió el lama-, pero tiene una gran importancia en nuestra fe.
Los nombres del Ser Supremo, Dios, Júpiter, Jehová, Alá, etc., no son más que rótulos escritos por los hombres. Consideraciones filosóficas demasiado complejas para que se las exponga ahora nos han dado la certidumbre de que, entre todas las permutaciones y combinaciones posible de letras, se encuentran los verdaderos nombres de Dios.
Pues bien, nuestro objeto Consiste en encontrarlos y escribirlos todos.
-Ya comprendo.
Han empezado ustedes con A.A.A.A.A.A.A.A.A- Y terminarán con Z.Z.Z.Z.Z.Z. -Con la diferencia de que utilizamos nuestro alfabeto. Desde luego, supongo que les será fácil modificar la máquina de escribir electrónica adaptándola a nuestro alfabeto.
Pero hay otro problema más interesante, la disposición de circuitos especiales que eliminen las combinaciones inútiles.
Por ejemplo ninguna de las letras debe apare. cer más de tres veces sucesivamente. -¿Tres? Querrá decir dos. -No.
Tres.
Pero la explicación detallada requeriría demasiado tiempo, aunque comprendiera usted nuestra lengua.
Wagner dijo, precipitadamente: -Claro claro.
Prosiga. -Le será fácil adaptar su calculadora automática para lograr este punto. Convenientemente dispuesta una máquina de este tipo puede permutar las letras unas tras otras e imprimir el resultado.
De esta manera -concluyó el lama tranquilamente, lograremos en cien días lo que nos habría costado quince mil años más.
El doctor Wagner creyó perder el sentido de la realidad.
Las luces y los ruidos de Nueva York parecían esfumarse al llegar a las ventanas del building. Allá, a lo lejos, en su remoto asilo montañoso, los monjes tibetanos componían desde hacía trescientos años, generación tras generación, su lista de nombres desprovistos de sentido... ¿Acaso la locura de los hombres no tenía un límite? Pero el doctor Wagner no debía manifestar sus pensamientos.
El cliente tiene siempre razón... Respondió:
-No cabe duda de que podemos modificar la máquina tipo cinco de manera que imprima las listas como usted desea.
Me preocupa más la instalación y el manejo.
Además no será fácil transportarla al Tibet.
-Esto puede arreglarse.
Las piezas sueltas son lo bastante pequeñas para que puedan transportarse en avión.
Por esto hemos escogido la máquina de ustedes. Envíen las piezas a la India, y nosotros nos encargaremos de lo demás.
-¿Desean los servicios de dos de nuestros ingenieros? -Sí, para montar la máquina y vigilarla los cien días. -Enviaré una nota a la dirección de personal -dijo Wagner, escribiendo en un bloc-.
Pero aún hay dos cuestiones más que resolver... Antes de que pudiese terminar la frase, el lama había sacado del bolsillo una hojita de papel.
-Aquí tiene el estado, certificado, de mi cuenta en el Banco Asiático. -Muchas gracias, Perfectamente...
Pero, si mepermite, hay otra cuestión, tan elemental que casi no me atrevo a mencionarla. A menudo ocurre que se olvidan las cosas más evidentes...
¿Disponen de energía eléctrica? _Tenemos un generador Diesel eléctrico de cincuenta kilovatios y ciento diez voltios.
Fue instalado hace cinco años y funciona bien.
Nos facilita la vida en el monasterio.
Lo compramos principalmente para hacer girar los molinos de oración.
-Ah, ya. Naturalmente. Hubiese debido pensarlo... La vista, desde el parapeto, producía vértigo. Pero uno se acostumbra a todo.

Tres meses habían transcurrido, y a Georges Hanley no le impresionaban ya los seiscientos metros de caída vertical que separaban el monasterio de los campos cuadriculados del llano.
Apoyado en las piedras redondeadas por el viento, el ingeniero contemplaba con ojos cansinos las monta fías lejanas cuyos nombres ignoraba. «La operación nombre de Dios», según ¡a había bautizado un humorista de la Compañía, era sin duda el trabajo más desconcertante en que jamás hubiera participado.

Semana tras semana, la máquina tipo cinco modificada había llenado miles y miles de hojas con sus inscripciones absurdas. Paciente e inexorable, la máquina calculadora había agrupado las letras del alfabeto tibetano en todas las combinaciones posibles, agotando una serie tras otra. Los monjes recortaban ciertas palabras al salir de la máquina de escribir eléctrica y las pegaban devotamente en unos enormes registros.
Dentro de una semana, su trabajo habría terminado. Hanley ignoraba qué cálculos oscuros los habían llevado a la conclusión de que no hacía falta estudiar conjuntos de diez, de veinte, de cien o de mil letras, y no tenía ningún empeño en saberlo.
En sus pesadillas, soñaba algunas veces que el gran lama decidía bruscamente complicar un poco más la operación y que había que proseguir el trabajo hasta el año 2060. El hombre parecía muy capaz de una cosa así. Crujió la pesada puerta de madera. Chuk se reunió con él en la terraza. Chuk estaba fumando un cigarro, como de costumbre.
Se había hecho popular entre los lamas repartiéndoles habanos.
«Aquellos individuos podían estar completamente desquiciados -pensó Hanley, pero no tenían nada de puritanos.» Las frecuentes excursiones al pueblo no habían carecido de interes. -Escucha, Georges -dijo Chuk estoy preocupado. -¿Se ha estropeado 1,9 máquina? -No. Chuk se sentó en el parapeto.
Fue algo sorprendente, pues, de ordinario, temía el vértigo. -Acabo de descubrir el objeto de la operación. -¡Pero si ya lo sabíamosl -Sabíamos lo que querían hacer los monjes, pero ignorábamos el porqué. -¡Bah! Están chalados... -Escucha, Georges, el anciano acaba de explicármelo.
Piensan que cuando se hayan escrito todos estos nombres (que, según ellos, son unos nueve mil millones), se habrá alcanzado el divino designio.
La raza humana habrá cumplido la misión para la que fue creada. -Y después, ¿qué? ¿Esperan, acaso, que nos suicidemos? -Sería inútil.
Cuando la lista esté terminada, intervendrá Dios, y todo habrá acabado. -¿Se acabará el mundo? Chuk lanzó una risita nerviosa. -Esto es lo mismo que le he dicho al anciano.
Entonces él me ha mirado de-un modo extraño, como el maestro a un discípulo particularmente lerdo, y me ha dicho: « ¡Oh, no será una cosa tan insignificante! » Georges reflexionó un momento. -Es un tipo que, por lo visto, tiene grandes ideas --dijo-, pero no veo que cambie nada la situación. Ya habíamos convenido en que están locos. -Sí. Pero, ¿no te das cuenta de lo que puede ocurrir? Si, terminadas las listas, no suenan las trompetas del ángel Gabriel, en su versión tibetana, pueden pensar que es por culpa nuestra.
A fin de cuentas, utilizan nuestra máquina. No me gusta esto... -Comprendo... -dijo Georges, muy despacio-, pero ya he visto otros casos parecidos. Cuando yo era pequeñín, hubo en Luisiana un predicador que anunció el fin del mundo para el domingo siguiente. Centenares de personas lo creyeron, Incluso algunas se vendieron sus casas. Pero nadie se encolerizó cuando pasó el domingo. La mayoría pensó que había sido sólo un pequeño error de cálculo, y muchos de ellos siguen creyendo igual.
-Para el caso de que no lo hayas notado, debo advertirte que no estamos en Luisiana.
Estamos solos, los dos, entre centenares de monjes.
Son muy simpáticos, pero preferiría hallarme lejos cuando el viejo lama se dé cuenta del fracaso de la operación. -Hay una solución: un pequeño sabotaje inofensivo.
El avión llega dentro de una semana, y la máquina acabará su trabajo en cuatro días, a razón de veinticuatro horas por día.
Sólo tenemos que hacer una reparación que dure tres o cuatro días. Si calculamos bien el tiempo, podemos hallarnos en el aeropuerto cuando salga de la máquina la última palabra. Siete días más tarde, cuando sus caballitos montañeros descendían la carretera en espiral, Hanley dijo: -Siento un poco de remordimiento.
No huyo porque tenga miedo, sino porque me dan pena. No quisiera ver la cara que pondrá esta buena gente cuando se detenga la máquina. -Si no me equivoco -dijo Chuk-, han adivinado perfectamente que huíamos, y les ha tenido sin cuidado.
Ahora saben que la máquina es absolutamente automática y que huelga toda vigilancia.
Y también creen que no habrá un después. Georges se volvió en la silla y se quedó dormido. La mole del monasterio recortaba su parda silueta sobre él sol poniente. Unas lucecitas brillaban de vez en cuando bajo la masa sombría de las murallas, como los tragaluces de un navío en ruta. Eran lámparas eléctricas suspendidas en el circuito de la máquina número cinco.
«¿Qué sucedería con la calculadora eléctrica? -se preguntó Georges- ¿La destruirían los monjes, a impulsos del furor y el desengaño? ¿0 volverían a comenzar de nuevo?» Como si todavía estuviese allí, veía todo lo que pasaba en aquel momento en la montaña, detrás de las murallas. El gran lama y sus auxiliares examinaban las hojas, mientras los novicios recortaban nombres extravagantes y los pegaban en el enorme cuaderno.
Y todo esto se realizaba en medio de un religioso silencio. No se oía más que el tableteo de la máquina, golpeando el papel como una lluvia mansa.
La propia máquina calculadora, que combinaba millares de letras por segundo, era absolutamente silenciosa... La voz de Chuk interrumpió sus sueños. -¡Míralo! ¡He ahí una visión agradable! Semejante a una minúscula cruz de plata, el viejo avión de transporte «D. C. 3» acababa de posarse allá abajo, en el pequeño aeródromo improvisado. Esta visión daba ganas de beber un buen trago de whisky helado.
Chuk empezó a cantar, pero se interrumpió de pronto.
Las montañas parecían restarle ánimos.
Georges consultó su reloj. -Estaremos en el llano dentro de una hora -dijo.
Y añadió-: ¿Crees que habrá terminado el cálculo? Chuk no respondió, y Georges levantó la cabeza.
Vio que el rostro de Chuk estaba muy pálido, vuelto hacia el cielo. -Mira -murmuró Chuk. Georges, a su vez, levantó los ojos.
Por última vez, encima de ellos, en la paz de las alturas, las estrellas se apagaban una a una...

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Arthur C. Clarke (1917 - ...): científico y escritor britanico de "2001 odisea en el espacio", cuyo ha sido tipeado desde el libro " El retorno de los brujos" de Louis pawels y Jacqes Bergier, con suma precición como los monejes tibetanos, en esta ocasi´´on no nos hace ver estrellas sino que las borra del firmamento

Saturday, September 09, 2006

Poemas de Emily Dickinson*















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LA SORTIJA

En mi dedo tenía una sortija.
La brisa entre los árboles erraba.
El día estaba azul, cálido y bello.
Y me dormí sobre la yerba fina.
Al despertar miré sobresaltada
mi mano pura entre la tarde clara.
La sortija entre mi dedo ya no estaba.
Cuanto poseo ahora en este mundo
es un recuerdo de color dorado.

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Vida

IX


EL CORAZÓN pide placer primero,
y entonces, excusa del dolor;
y entonces, esos pequeños anodynes
eso amortigua el sufrimiento;
y entonces, ir a dormir;
y entonces, si es la voluntad de su Inquisitor,
la libertad a morir.


Emily Dickinson (1830...-...86) . Nacida en Amherst, massachusetts EE.UU y es casi imposible que siga muriendo desde 1886 de la nefritis crònica cuando aproximadamente tenía 50 años. Yo no había vuelto a leerla desde una vieja antología de poesía de donde sólo recuerdo que la mejor definición para la poesía era esa que cuando uno siente que algo le destapa la tapa de los sesos, entonces està seguro de estar ante la poesía:

“Si cuando leo un libro siento en mi cuerpo tal frío que no hay fuego capaz de calentarlo, sé que esto es poesía.
Si siento físicamente que me golpea la cabeza, sé que esto es poesía. Creo que ésta es la única forma de saberlo. ¿Habrá otra?”

Supongo que hay otras formas Emily, aunque cuando te hable de esta forma parezca el enfermero suedopsicopata de "hable con ella" de Almodovar (a proposito, ¿sabes que estudio enfermería?) ese mismo enfermero hablandole a una chica en estado de coma.

Yo sólo sé que me hablas cuando tengo frio, y podría decirte que hace mucho que esperas a que despierte, y muy pronto publicaré ese poema que te hize sin saber mucho de tu persona, mientras tanto déjame de tarea descubrir hasta que punto te realacionas con el "Marqués de Sade"...
un saludo


Friday, September 08, 2006

Poema de Tom_hagen*

OQUEDAD

He de caer esperando la necedad

pero trato de cortarme los brazos al filo de una cuchilla
pudiendo lamentarte.
He de salir contrariado
para ser espontáneo
pájara toma-llaves de fuego en ardientes columnas
caminando entre nubes, espasmos,e irradiando pordioseros.
Para cambiar a la lluvia hay que soltar una carcajada
y no tener presente la alergia que tanto nos deshace
ni conmovernos con el perfume de veinte muchachas drogadas.
- Tú que te meces en puestas, llanuras, crepúsculos,
pierdes espiritualidad contra pared
un cadáver que se pudre
el hermoso aroma a cieno
o el fango que se consume a cada momento.
¡Hostias que se pegan en el cuerpo
atragantadas al unir el átomo cubierto
por una enervada elegancia!
¿a caso puede perder valor?
todo es, quizá, un cubierto,
una cuchara, una servilleta,una limosna robada
una pena deshilachada
hedionda y oscura y ruin.
Hoy he vivido sentado en un atolón
esperando a que se acerque la energía
para permanecer fusilado en sinuosidad
no obstante el aerolito trata de llamarnos:
otra luz que se apaga en el camino
otra guerra absurda desatada
otra casa tomada en la autopista
otra vez.

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Paulo Gonzales Cárdenas - Tom_hagen* (Huancayo 198...-...) poeta de la supuesta "ciudad incontrastable" de huancayo, estudiante de derecho en la "UNCP", conocido como Tom_Hagen en el foro "arteplastipoetico" del msn y en la "revista arlequin"de la cual es colaborador y uno de los respnsables de que tenga vida, casi lo mismo que un editor...

Sunday, September 03, 2006

De algunos cuadernos de Luis hernández*

ABEL

Abel, Abel, qué hiciste de tu hermano,

Di, qué hiciste,

Con el tallo de tu cuerpo siempre pito
Las sandalias lustradas y tus veintes.
No mirabas las ubres de las vacas
Ni el coloquio escondido de tus perros,
Sólo el humo de tu ofrenda que ascendía
Como ascienden las moscas hacia el cielo.
Sin embargo
Yo he visto a tu hermano y lo conozco
Persiguiendo la cólera entre vainas
Entre campos de trigo
Con los sucios vapores de su llanto
Reposando en la tierra
Como pronos cadáveres sin deudos
Dime entonces qué hiciste
Hoy que yace tu hermano tan al este.
Tú que nunca pensaste que para otro
Era duro de roer el Paraíso




MI CORAZÓN
Se enredó
Y desde entonces
En tu alma
Dormían los paisajes
Y la flor perpetua
De los jardines
Jamás recorridos.

Y una tarde
Que acontece tú
Me hablabas
De algo me hablas
Pero el brillo de tu corazón
Te oculta
Algo me dices
Pero el estruendo
De tu alma
Me impide
Sobre el mar
Veíamos el transcurso
Del verano las flores
Del Estío las joyas
La armonía que
No debe ser quebrada




_______________________________________________

Luis Guillermo Hernández Camarero
(Lima, 18 de diciembre de 1941 - Buenos Aires, 3 de octubre de 1977)
Médico de profesión, es un destacado poeta peruano de la generación del 60, que fue uno de los primeros en incorporar el humor, las citas metatextuales y una versión libre del voice-switching en la poesía peruana.
Sus innovaciones estuvieron presentes en sus tres poemarios publicados: Orilla (1961), Charlie Melnik (1962) y Las Constelaciones (1965), todos ellos recibidos tibiamente por la crítica.
A partir de la publicación de Las Constelaciones, Luis Hernández intenta renunciar a su vocación, prefiriendo ser considerado médico o músico. Desde este momento hasta su suicidio en 1977, Hernandez escribió en cuadernos, resguardando así su producción literaria de la crítica. La mayoría de estos cuadernos pueden ser encontrados en la Pontificia Universidad Católica del Perú

*breve reseña bigráfica tomada de wikipedía, enciclopedía libre
+ poemas de la web de la PUCP del perú